La psicología juega un papel importantísimo en el mundo del marketing y conocer bien a las personas, cómo piensan y cómo sienten nos convierten como poco en un jedi casi todopoderoso porque contar con ese conocimiento es tener muchos puntos a nuestro favor.
Cuando una marca es fácilmente reconocible con tan solo ver una letra, unos colores, una parte de su logotipo, etc., es que esa marca ha trabajado muy bien su marca y ha conseguido ese efecto. Es como algo tan sencillo como cuando nos preguntamos cuánto son 1 más 1, automáticamente en nuestro cerebro se activa un resorte y la respuesta es automática.
Seguro que a muchos de vosotros y vosotras os ha sucedido alguna vez que con solo ver una pequeña parte de un logotipo, un color, cuando nos hablan de una marca de coches de lujo y rápida, etc., ya lo relacionáis automáticamente con determinada marca, no con una cualquiera. ¡Bingo! Se ha vuelto a disparar ese resorte del que os hablábamos hace unas líneas.
Este resorte es conocido como asset un elemento de valor que ayuda a las marcas a enlazar un estímulo (sea visual, auditivo, etc.) con una idea y la propia marca en sí.
Tener un logotipo es indispensable en cualquier empresa que se precie pero es más importante contar con un sistema de marca con lo que asegurarnos ser una verdadera marca. Si realmente llegamos a hacer que las personas, principalmente nuestro público objetivo, activen automáticamente ese resorte del que os hablábamos antes, es que vamos por buen camino y hemos hecho bien las cosas.
Estamos construyendo un importante valor para nuestra empresa y dándole un significado importante a nuestra imagen. Conseguir que se genere ese asset es algo imprescindible para toda marca que quiera seguir creciendo y evolucionando en todos los sentidos, independientemente de si pertenece a una multinacional o a una pyme. Conseguirlo nos ayuda a ser mucho más competitivos y a estar más tiempo en la mente de las personas, algo de lo que no todas las marcas pueden presumir.
Si echamos la vista atrás, comprobaremos cómo han evolucionado las cosas, de ser algo tan “sencillo” como poner un establecimiento y vender los productos sin apenas publicidad como hace siglos a ir adquiriendo cierta psicología del marketing, pudiendo adelantarnos a las tendencias de mercado o, como en este caso, hacer que un pequeño pero muy importante resorte se active y podamos hacer que un cliente relacione ante un estímulo visual.